En otras ocasiones, estos posts sirven para contaros algún proyecto, alguna novedad e incluso alguna entrevista. Pero esta publicación va a ser diferente, en estas líneas os vamos a contar una historia. Una bonita historia que sucedió este pasado sábado 4 de marzo de 2023.
Por poneros en situación, son las 5:30 de la mañana y, como hemos dicho, de un sábado. Un madrugón de los buenos. Pero el día va a merecer la pena y hay que comenzar pronto.
Asmae, Samira y Khadija, maestras colaboradoras de aG, se ponen en marcha y van casa por casa en los pueblos de Ouaghnamouth y Tagrouthe recogiendo a 12 niños. 12 niños que tienen un día muy importante por delante. Alguno de ellos, por primera vez, van a viajar. Eso ya es motivo de alegría. Pero, por primera vez, todos van a la consulta de un dentista.
El viaje es largo, hay sueño e incluso mareos por el recorrido a realizar, pero la ilusión no se va de sus caras. Una felicidad que les invade por estar haciendo algo distinto fuera de su rutina y de sus pueblos.
Llegada a Demnate
Tras un riquísimo desayuno para coger fuerzas, todos llegan a Demnate y empiezan su camino a pie para llegar a la consulta de la dentista, Bennis. Un paseo tranquilo que se les hace muy ameno cantando canciones alegres. Niños y maestras, todos juntos.
El recibimiento por parte de Bennis y de su equipo fue maravilloso. Sabía que era la primera vez que los niños visitaban un dentista y que en el aire flotaba la pregunta clave: «¿me va a doler?» Por ello, la acogida de la dentista fue más calurosa aún si cabe.
A algunos niños les tocó hacerse empastes, a otros les tuvieron que quitar algún diente y unos más se fueron solo con una limpieza bucal. «Hubo alguna lágrima, valientes que sonreían, pero con la ayuda del personal de la clínica, todos fueron superhéroes», nos cuentan las maestras.
La visita terminó con una formación sobre cómo cepillarse los dientes y un regalo a cada niño por parte de la dentista: unas galleta y un zumo para afrontar el camino de vuelta.
«Después de todo este viaje, tocaba volver, pero aún tuvimos tiempo para comer, jugar en un parque, cantar y reír», recuerda Samira con emoción.
Sin duda, un día que recordarán siempre. Y todo, gracias a la contribución de una de nuestras voluntarias, Feli, que hizo posible que los niños y las maestras pudieran disfrutar de este día. ¡Gracias, Feli!
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